VISIONARIOS Y REGIONALISTAS

29.7.07

TODOS SOMOS RESPONSABLES FEMICIDIO


Claudina Isabel Velásquez Paíz, estudiante de Derecho en Ciudad de Guatemala, de 19 años de edad, fue encontrada asesinada el 13 de agosto de 2005, después de haber salido de su casa el día anterior hacia sus clases en la universidad.

Al igual que ocurre con centenares de casos más de mujeres fallecidas por muerte violenta en Guatemala, las investigaciones preliminares sobre el caso de Claudina han sido insatisfactorias.
Aunque los médicos forenses realizaron algunos análisis básicos del cuerpo de Claudina, las autoridades no han seguido pistas importantes. No se ha efectuado ningún análisis forense de su ropa; por el contrario, esta fue devuelta a su familia, perdiéndose así posibles pruebas importantes. Tampoco se hicieron pruebas a los principales sospechosos para determinar si habían disparado un arma de fuego. Según los informes, tampoco se ha interrogado a posibles testigos.

Según la información publicada por la prensa, entre enero y octubre de 2005 han sido asesinadas 531 mujeres, cifra que supera el número total de asesinatos de mujeres de 2004, que fue de 527. La policía ha informado también del aumento de la violencia sexual contra las mujeres.

Magaly Jara tenía 35 años. Había denunciado a Víctor Astudillo, de 39 años de edad, su ex marido, por violencia intrafamiliar hace unos tres meses. Estaba angustiada y temía por su vida. La justicia prohibió entonces al individuo acercarse al hogar que ambos compartían con anterioridad junto a sus cuatro hijos. Pero una vez decretada la prohibición de acercamiento, la justicia no hizo lo que debía: verificar que la medida de protección se cumpliera. Demasiados hechos de violencia. Insuficiencia de efectivos policiales para supervisar el estado de la situación de la mujer golpeada. Negligencia judicial y policial. Consideración de la violencia contra una mujer como algo natural. Resultado: una mujer asesinada por su ex marido.

Estrangulada, después de ser violada por el mismo hombre que, probablemente, alguna vez le dijo que la amaba. Magaly Jara era una persona. Pero fue asesinada por ser mujer. Por querer terminar una convivencia de violencia. Porque su ex marido le había dicho que ante una separación definitiva, prefería verla muerta. Porque él se sentía dueño de ella. Magaly Jara es, a todas luces, un típico caso de feminicidio, o femicidio, como otras autoras llaman al asesinato de mujeres en razón de su sexo femenino . A diferencia de un homicidio, como, por ejemplo, matar a una persona –mujer u hombre– en el curso de un asalto, robo u otro delito, el feminicidio es el resultado extremo de la violencia contra las mujeres y sucede tanto en el ámbito privado como público. En el feminicidio, se mata a una mujer porque es mujer.

Ejemplos hay muchos. Mujeres, jóvenes o adultas, de Ciudad Juárez, de Ciudad de Guatemala, de Alto Hospicio (Chile) y hasta de la tranquila ciudad de Montreal, en Canadá, han sido asesinadas por odio, venganza, despecho. Los victimarios son hombres, parejas, ex parejas o familiares, acosadores, agresores sexuales y/o violadores. En Chile, según datos del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), un 50 por ciento de las mujeres casadas es víctima de violencia intrafamiliar.
Sin duda que a quienes si nos importa el ser humano, no podemos estar pasivos frente a hechos tan brutales que denigran nuestra condición de seres civilizados, debemos en forma urgente alzar nuestra voz y generar una red solidaria que manifieste nuestro repudio y sobre todo nuestra solidaridad con quienes son atropellados en sus derechos fundamentales, mujeres, niños, hombres, ancianos, y los blog deben ser un mecanismo de denuncia de estos hechos.